Se oye el ronquido cruel del silencio
en los paramos destruyendo rincones
hay unas lágrimas secas
que caen sobre las hojas de mayo
mi piel yace harapienta
arrinconada en las tardes hipócritas
hay una tímida fragancia
sobre los azahares mojados
las sonrisas tristes
atraviesan los limoneros
entre sarcasmos somnolientos
y tardes lánguidas
se queda mi animo dormido
entonces en tu distancia
seguiré siendo tu niña perdida
que tejió con rencor un adiós.
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